Al entrar por el camino de piedras, me entregaron una grabadora con toda la historia que había dentro de este lugar. Las paredes están enumeradas con las opciones que tienes en el teclado del aparato.
En la medida que avanzas empiezas a construir su historia...
El juguete de la entrada es el favorito del artista. Tiene grandes ruedas de fierro y están ancladas al piso.
Una chimenea alargada de calderas de carbón. La locomotora era un recuerdo de su niñez, vivida en Temuco.
La habitación número tres cuenta historias que son difíciles de entender. ¿De donde viene algo tan desconocido?. Las proas de los barcos susurran que en el mar ocurren energías que solo se creen estando dentro de el, sus profundidades son inimaginables desde aquí. No puedo evitar admirar sus miradas, con toda esa sabiduría que se alcanza solo estando allí, en lo desconocido.
En el costado del ventanal hay una mujer tallada en un trozo de madera, deslumbrando su belleza, con sus pechos casi destapados y sus cabellos largos, dibujando la silueta de su cuerpo hasta llegar al mar, es una sirena. Se dice que en primavera aflora su maldición, deja lucir su llanto, sus ojos lloran con los rocíos de las mañanas y en el verano vuelve a sonreír.
Me quedo plasmada mirando el mar por el resto de mis días en mi mente. La vida se vuelve tranquila aquí. El mar provee el reflejo del sol al final, en el atardecer. Vientos van en dirección el mar, mientras lo siento, en mi mente repito, " Que las bandurrias se lleven el deseo" y se cumpla.
Detrás de mi, se puede observar un bar hecho exclusivamente para amigos. Sus nombres están escritos en el mesón, ellos serán bienvenidos siempre.
La casa es alargada...puras brisas te cruzas también... y su campo de flores bordadas, es la copia feliz del edén, su arquitectura tiene la forma de Chile, no me cabe duda.
Parte del museo son las miradas intensas de las proas rescatadas. Miradas con una sensación de oscuridad y, no puedo evitar preguntarme ¿que tanto hay mar adentro?.
Las mitologías son realmente hermosas, como aquellas que no pueden dejar de mirar el horizonte, donde arriba es abajo y abajo es arriba, aunque las cambies de posición. Me quedo parada en la habitación, algo estrecha, con un comedor de alrededor de 10 sillas, todas se identificaban con coordenadas de distintos continentes, no pude evitar sentir un pequeño encantamiento.
En el salón principal donde es un ritual lavarse las manos antes de hacer cualquier movimiento, donde resalta que tener amigos es el mejor regalo del ser humano, concluyo que los amigos son como faroles que se dan luz a la distancia y en algún punto del tiempo coinciden para compartir señales, compartir su arte.
La artista trabajaba con piedras, una obsesión compartida con el poeta. Durante algunos años crearon una oda magnifica.
El mural cubre la mayor parte de la habitación, a simple vista se pueden reconocer piedras volcánicas, cuarzo y lapislázuli. Es una especie de chimenea. Me brillan los ojos ante esta gran obra. Se siente la energía de las piedras. Se refleja un invierno gris, y este espacio templado.
En la penúltima habitación, puedes observar el pasado. Esta lleno de reliquias de sus seres queridos que ya no están y serán recordados por el resto de la eternidad, un acomodado pupitre resalta al lado de la ventana.
Saliendo de las habitaciones, están las campanas que anunciaban su llegada y el inicio de un nuevo viaje entre tintas y objetos perdidos.
Hay una banca donde te puedes sentar a observar el mar. Pasan hacia la costa las bandurrias que acompañan este viaje. El aire esta fresco, a pesar del calor, agradable la brisa marina.
Cierra los ojos!...entre los lugares de la casa, nace una historia ajena al artista....
No había visto esta pasión en alguien, esa que se apodera de ti y consigue el objetivo. La observe escuchando la historia con detención y admiración.
No pude evitar fijarme en ella al entrar, la historia la construimos de camino al lugar... De cabello liso y ojos achinados, me miro fijamente.
Durante toda la historia que cuenta la casa quise saber que sentía en la medida que avanzaba. Se quedaba detenida en los lugares que la cautivaban visualmente y pensaba... ¿de donde viene esa pasión ?...
La seguí con detención dentro de toda la casa, la vista es esplendorosa, majestuosa la mar y el edén. Si tan solo me dijera una palabra o me diera una caricia de anhelo, la tomaría de su mano, le entregaría mi amor en un velero y que las proas cercanas sean testigo de la causa de mis desvelos.
Ella permanece inerte a mis movimientos, quieta y templada admirando la obra en la pared. No logro distinguir el brillo de sus ojos, ¿es de amor, admiración o hay alguien merodeando sus ojos?.
La vida no es justa, cuando la distancia de tiempo es inaceptable.
Mientras miro el horizonte, el sol comienza a bajar, las gaviotas buscan las costas y comienzo a sentir que extrañare este lugar cada vez que lo recuerde.
Me pregunto ¿que otros objetos olvidados habrán dentro de la casa...?
Un viajero como él no debe ser olvidado, no lo será. Compartir el arte que llevamos dentro con otros, en distintos puntos geográficos, es el regalo que se les otorgo a las almas nómades.
El olor de los pinos mientras me alejo, me da nostalgia. Pasamos los días anhelando lo que no nos atrevemos a vivir, deseando estar en lugares que nos esperan con ansias para compartir momentos. Dejamos pasar la vida con quienes no podemos ser.
A los viajeros, recolectores de momentos y quienes comparten su arte, su compañía y vivencias.