jueves, 14 de diciembre de 2023

A Supaywasi

 

   



Es sostenible que a través del tiempo las historias sigan siendo contadas a las nuevas generaciones, que quieren oír y ser escuchadas. El eco de las almas nobles han transcendido a la eternidad como misión perenne de los individuos que no tuvieron voz o si, de maneras distintas, ambas nos dejan su legado del conocimiento. 

Todas las historias que me he guardado del hermoso Valle del Elqui, me construyen un origen perdido que aún no encuentro.

Ajena a todo aún, me sumerjo en los relatos que hacen ruido por los callejones de tierra, a poca luz y aguas libres, en las comunidades de Pullayes, Paihuano y Vicuña.

Energías que laten a mi costado, susurran en son del viento que soy bienvenida y su silbido se vuelve un recuerdo grato que quiero volver a sentir en mis oídos.

Le pregunto al cielo estrellado la incomodidad de mi cuerpo, el responde con estrellas caídas, mensajeras de lo cierto que, evidentemente está dañado, silenciado y desolado. Sus estruendos, son reflejo de marcas quebradizas en el dorsal. 

Entiendo en el correr del arroyo que  el habitad de mis habituales días no me pertenece. Las narices se inundan de aire en el puritano valle y por fin respiro, profundo y sostenido. 

He deseado estos días hace ya mucho tiempo, tengo lágrimas en los ojos al sentir el viento en mis manos, en un viaje desde un espacio a otro. 

La madre tierra parió a todos y está cansada, se averió el culto a la creadora de nuestras almas. Tan sensible como conocer su lenguaje ha de ser una virtud, y entender que el reloj del cielo es imprescindible de estudiar, sus señales van de derecha a izquierda, en la memoria del ayer. Si preguntas responde, si lo lloras, abraza y consuela. Si estás solo, otro igual llegará a ti. 

Este viaje no tiene fin, hay un sin fin de Supaywasi que recorrer. 

Mientras me alejo la gratitud me inunda.


                                                                                                                    Desahogos bajo la luna.

miércoles, 18 de octubre de 2023

Indignante

 


El tamaño de lo que siento a de ser incomparable a lo que pueda llegar escribir.

Hoy me siento frágil, un tanto diminuta, incapaz de esconder lo verosímil que ha sido intentar flotar en el cielo. Apenas puedo ver las luces que hay abajo, algunos destellos resaltan mas que otros. Es bello. 

Están mutando algunos pensamientos, después de darle tantas vueltas casi no le encuentro sentido. La inevitable virtud de la vista, que os permite admirarme aquí arriba, brillando, intentando ser alcanzada. Me convertí en eso que suelo cuidar y proteger. 

Son palabras vagas que viene y van, como un asteroide que me rodea a diario. Llega en las mañanas para rodearme de este a oeste, esa dirección veo desde esta perspectiva. Casi no siento su gravilla al pasar, es imperceptible en mi atmosfera. 

All days !

Me pregunto si estará cansado de su orbita. Algunos días, una que otra roca entra en la delicada capa de mi espacio, se desprende suavemente desde su pared menos expuesta demostrando que el paso del tiempo lo dejo en el olvido y le surge el ciclo de seguir su estado en otro espacio. 

Cuando lo veo caer, me atrevo a preguntarle como influye lo natural de su ciclo en los cuerpos que nos topamos en esta fuerza gravitacional. En un comienzo no tuvo respuestas, con los días lo pude descifrar un poco mas.

Algunas de las piedras veloces llamadas asteroides tienen la suficiente atracción gravitatoria para atraer a su propia luna. 

La narrativa de esta roca descendiendo a su nuevo espacio, es la búsqueda de lo que no se le ha concedido en su naturaleza como tal. En sus ojos se ven esperanzas y templanza, casi seguro que el objetivo de su destino que es llegar se vera cumplido. Se ve alentado, insaciable y alterado. 

Algunos espacios no coinciden, eso que llamamos destino, pierde el sentido cuando es deseado, es un hecho que se desconoce y puede ser casi una amenaza intentar controlarlo. 

Con el paso de los días la roca perdió velocidad y poco a poco se desvanece. Hoy le quedan sus últimos destellos, perdió el brillo y es triste pensar que no llegará al destino. 


Desahogos bajo la luna,