Estar en lugares desconocidos la hace sentir en casa. El frio en la nariz, las pestañas
húmedas, manos guardadas. Un sabor a desconocido, pero por fin encontrado, sensaciones
que le llenan el corazón.
Habitualmente las personas crecen en lugares que por el resto de su vida llaman hogar. A
veces esos hogares no llegan hasta que salimos a buscarlos y otras veces simplemente no es
un espacio físico, sino que, está dentro de ti.
Nunca dejó de soñar ni de hablar de las cosas que quería lograr, eso la ayudaba a ordenar
las ideas y aunque más de alguna no pudo conseguir, otras fueron surgiendo y guiando por
el camino de su tan anhelada libertad.
Buscar respuestas a sus preguntas, han sido una de los deseos más dolorosos que se pueden
experimentar, pues todo lo aprendido a través de nuestras vidas se disuelve a conocer lo que
no podíamos ver desde el punto donde estábamos. Y si, el proceso de conocerse a sí mismo
y mirar hacia adentro, nos lleva a cero, como niños, aprendiendo todo de nuevo.
El comienzo de este viaje, despertó aspectos incomodos de su ser, como un colibrí vibrante
se sentía estar con personas extrañas, mirando infinitamente ese avión en el cielo sin poder
prestar atención a conversaciones, inhibiendo el ser para dejar de sentir. A pesar, de que su
entorno no la apoyo en más de alguna ocasión, otros desaparecieron del mapa y algunos se
sintieron ofendidos, el deseo era más importante que cualquier opinión que tuviera intereses
personales.
Sanar, este ser apodado por sí misma como Nefelibata, buscaba incansablemente, poder
encontrar la libertad de sentir paz en su interior, encontrando las respuestas necesarias y
desafiándose a sí misma cada día para alcanzar esos sueños que en su mente perduran,
llenando sus noches de infinitos déjà vu que en un futuro reconocerá.
Un alma que sueña, que viaja, que anhela. Un alma vibrante que siente miedo, un ser
humano, que decide no seguir al ser que le imponen, de aquellas que rompen esquemas,
patrones e idealizaciones que no son parte de sí. Para ellas que no se fallan y que siguen
buscando su misión en esta vida, sin herir ni destruir, sino construir. Por las almas
nefelibatas.
Desahogos bajo la luna
@desahogosbajolaluna
Iasna Ivonne Aguilar Peña
Hay instancias de nuestras vidas que no queremos olvidar, no podemos dejarlas ir, pues están aquí plasmadas en nuestras mentes, en la memoria del tacto. Pueden ser momentos felices, nostálgicos, simplemente recuerdos o memorias que quisiéramos compartir aquí y ahora...
sábado, 27 de enero de 2024
Nefelibata
viernes, 26 de enero de 2024
Capitulo I : ¿Qué es ?
Las historias de amor que hemos leído en las novelas, son exactamente lo que no quiero a través del tiempo, después de reiterados patrones que no quiero repetir. Como Hardin Scott, un chico listo y atractivo que, jugaba con el corazón de una chica dulce e inocente que estaba recién abriendo sus alas al mundo.
Los patrones se repiten en el día a día, familias disfuncionales, personas entregándole su corazón a quienes no saben a amar, porque no fueron amados con los valores para cuidar de otro.
Formamos nuestras ideas del amor en la medida que avanzan nuestras experiencias. Algunos se conforman con lo primero, aquello que abrazan con mas fuerza, sin importar lo frágil que se vuelve el corazón con los años al verse desgatados y desgarrados por un lazo que nunca estuvo unido mas bien forzado.
La forma correcta de como se ve el amor en una capsula, no existe. No puede estar moldeado de raíz, desde este punto de vista nace de un sentimiento en la necesidad de cuidar al otro, de insistir en conocer al otro y respetar su mundo interior, en sus mundo paralelos que habitan a diario. No podemos ser uno, porque no todos soñamos lo mismo, no anhelamos los mismos deseos, pero formamos ideas en común, haciéndolas parte de nuestras vidas. No somos uno, somos únicos.
El espacio, el tiempo para pensar y reflexionar. La sinceridad, y aquí me detengo;
La sinceridad, es la base de la comunicación, reitero, desde aquí. Poder expresar lo que sentimos en el mismo minuto y espacio donde concluimos una opinión o idea, teniendo una recepción reciproca de solución frente a una situación, es el inicio de la estructura del amor sano.
No somos de nadie, somos un cuerpo habitado de una energía que nos da vida, llamada alma.
Cuando dos almas vibran en sintonía, ocurre la magia.
Misión de ser único construir,
Inicio.
martes, 2 de enero de 2024
Indio Diaguita
El viento resopla.
Hace ya varios días que el alma es más liviana que el día anterior. El cuerpo pesa y la conciencia aún más.
Pase mis días recordando lo hermoso de mis recuerdos en esta tierra. En una especie de flashback, cierro los ojos y me transporto...
Mi madre me miró fijamente al nacer, yo no hacía ningún ruido, ni me movía. Solo lamia lentamente mi dedo para generar estímulos.
Nos volvimos uno con los días.
En la medida que crecí, me volví cada vez más autosuficiente. Aprender siempre fue mi prioridad. Mamá no prestaba atención a mis decisiones, la mayor parte del tiempo solían ser razonables, entonces eso es lo que importaba ante los demás.
La comunicación entre ambos fue justa y necesaria, ambos intentamos sobrevivir a las dificultades del entorno y el paso de la vida, no había mucho que desear y esperar.
El arte hizo de mí un buscador de tesoros, provenientes de la tierra. La tierra me llamaba, por las noches en los cerros, llegando al Mamalluca me mostraba luces provenientes del suelo. La vieja historia cuenta que son protectores de la vida en estos valles y estaban alumbrando mi camino para no perderme, mirando hacia arriba el cielo es mi brújula.
Los días del solsticio de verano solía emprender un viaje a los rascacielos de la cordillera para hablar con las luces, almas antiguas que nos entregan sabiduría de lo que conocemos y aún es desconocido para algunos.
Mi vida ha sido solitaria, pero llena de aventura.
La erosión de la roca es el reflejo de mi piel. Los huesos me resaltan en los pómulos y clavícula. El cielo está estrellado, la luna no salió hoy.
El corazón me late lento y cada vez más lento.
Mamá me susurra en el eco al final de estas montañas, de allá por donde florecemos con las luces, que siempre estará presente. Aún así, en nuestro olvido.
Pase mis días, mis últimos días, como los primeros, sin hacer ningún ruido. Con el dedo en los dientes para crear equilibrio y mi rabo al viento, meditando al sol.
Ya es el momento, debo alcanzar mi luz, el eterno espiritual ha llegado por mi. Abandono mis huesos en el Supay...
Muchos años más tarde, fui enterrado por mi sangre en el cementerio de Pullayes, donde vuelvo a bendecir y agradecer en el solsticio de verano. No había propósito ni destino en mi vida, así el alma trasciende mi nombre en los vientos y se susurra como "Indio diaguita".
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